La historia de Irlanda es muy amplia y variada, en especial por las muchas invasiones por las que ha pasado esta isla a lo largo de su existencia. Celtas, vikingos, normandos, británicos, entre otros pueblos extranjeros han aportado a la construcción de la identidad irlandesa a través de los años y han dejado su huella en la arquitectura, la cultura y las tradiciones de este pintoresco país de Europa.
Irlanda es un territorio con una prodigiosa naturaleza que ofrece un sinnúmero de recursos para sus habitantes y que posee impresionantes paisajes llenos de verdes montañas y prístinos que han inspirado las más interesantes leyendas de duendes y hadas. Su belleza y ubicación privilegiada convirtieron a esta isla en una tierra muy apetecida por los grandes imperios europeos, quienes por medio de guerras e invasiones comandaron al país.
Irlanda, al ubicarse geográficamente en la periferia de Europa occidental, se volvió un destino central, entre el reciente descubierto continente americano y los países europeos, siendo un notable centro de educación, artes y cristianismo. Sin embargo, luego de la invasión de Gran Bretaña, muchas de las costumbres y tradiciones irlandesas quedaron atrás.
Las migraciones de la población irlandesa a América y a otros países de Europa en varios momentos de la historia, lograron que se preserve mucho de la cultura original del país a través de los irlandeses que pudieron conservar vivas sus tradiciones al tener la oportunidad de estar fuera de la isla.
Las primeras eras de la Historia de Irlanda
Los primeros habitantes en llegar a Irlanda no aparecieron hasta una etapa tardía de la prehistoria de Europa, hace aproximadamente diez mil años atrás. Se estima que los pueblos cazadores y pescadores del Mesolítico fueron los primeros en llegar a Irlanda, así lo sugieren los pedernales encontrados en las playas más antiguas de los condados históricos de la isla, como Dublín, Antrim, Down y Louth, vestigios que al ser analizados, se estima datan de alrededor del año 6000 a.C.
Otros historiadores estiman que fue alrededor del 4000 a.C. que los primeros agricultores llegaron a Irlanda y con ellos empezó el verdadero desarrollo de la región. Más adelante, alrededor del año 300 a. C., un pueblo de guerreros conocidos como los celtas llegaron a Irlanda desde Europa continental. Grandes mitos irlandeses famosos provienen de historias sobre estos guerreros celtas y de hecho, el primer idioma oficial de la República de Irlanda, es el gaélico, cuyos orígenes vienen del idioma celta.
San Patricio, de esclavo a misionero
San Patricio, el gran patrono de Irlanda, fue un misionero cristiano que llegó al país a mediados del siglo V; durante estos años el cristianismo se extendió por todo el territorio y se sobrepuso a la religión pagana indígena de los pueblos nativos.
Se cree que las tradiciones en el sur y sureste de Irlanda, provienen de misiones y santos que llegaron incluso antes de San Patricio, desde el Imperio Romano, pero la figura de San Patricio es la más importante en la historia de Irlanda, y a él se le acredita la conversión de la isla al cristianismo, es considerado un apóstol de estatus nacional por parte de las autoridades religiosas.
Se dice que San Patricio fue un aldeano de una villa romana en Gran Bretaña, que fue capturado por invasores irlandeses y tuvo que vivir siete años de esclavitud en Irlanda. Luego, al ser nuevamente libre, regresó a su país para estudiar y recibirse como sacerdote para poder ser enviado como misionero y regresar a ayudar a Irlanda.
Actualmente, las festividades en honor a San Patricio son famosas a nivel mundial y en ellas se puede ver una divertida fusión entre los íconos tradicionales de la cultura irlandesa y una fiesta de origen religioso.
Las invasiones vikingas
Mucho más adelante, ya a finales del siglo VIII y durante el siglo IX, nuevos invasores desembarcaron en las costas irlandesas: los vikingos. Este grupo de guerreros, hábiles para la navegación y la guerra, provenían de lo que ahora llamamos Escandinavia o Noruega, en un principio las invasiones fueron aisladas, luego recurrentes y finalmente los vikingos se establecieron en la sociedad irlandesa y se mezclaron con la población a lo largo de aproximadamente 40 años.
Fueron los vikingos, quienes construyeron en territorio irlandes bases fortificadas para sus barcos, estos campamentos luego se convirtieron en asentamientos definitivos para los vikingos, tal es el caso de Dublín, ciudad que nació en el 841 como un campamento para los vikingos y sus barcos y que con el tiempo creció hasta convertirse en la capital de Irlanda.
Ya por el siglo IX, finalmente las personas más poderosas de la isla en aquella época se juntaron para hacer frente a la invasión vikinga y lograron sacarlos de la isla por casi doce años. Sin embargo luego de ese periodo las invasiones continuaron, y nuevos asentamientos fueron creados, los cuales dieron origen a lo que hoy son las ciudades de Limerick, Cork y Waterford. Finalmente alrededor del año mil, los vikingos fueron derrotados en Clontarf por las fuerzas irlandesas, lideradas por Brian Boru, el Gran Rey de Irlanda.
¡Llegaron los normandos!
Luego de un par de siglos, Irlanda recibió a un nuevo grupo de invasores, esta vez se trataba de los normandos, quienes construyeron ciudades amuralladas, castillos e iglesias, también se relata que a su llegada aumentaron la agricultura y el comercio en Irlanda.
En el siglo XII había muchos clanes en guerra en Irlanda y cada clan tenía su propio rey, y al rey más poderoso de todos le llamaban el rey supremo, pero para convertirse en rey supremo, un rey tenía que luchar contra otros reyes poderosos y estas luchas constantes hicieron que los reyes tuvieran muchos enemigos. Para una de estas luchas, un rey irlandés llamado Diarmuid llevó un grupo de soldados normandos a luchar contra sus enemigos para recuperar su reino en Leinster, a partir de ese momento arqueros, caballeros y jinetes normandos empezaron a llegar a Irlanda para capturar las ciudades de Waterford y Dublín.
Los normandos, eran en realidad parte de los primeros vikingos que habían conquistado Normandía, Francia, quienes en 1066 invadieron Inglaterra y desde allí llegaron a Irlanda en grupos poco organizados dirigidos por caballeros hasta la llegada del líder normando Strongbow.
Reyes y nuevas leyes
Las primeras colonizaciones inglesas de Irlanda se dieron en la reconquista Tudor, cuando Irlanda tuvo que convertirse en un territorio controlado por la corona británica. Existieron dos formas de colonización en este momento de la historia de Irlanda: la ejemplar y la punitiva. La primera usaba pequeños poblados y comunidades como modelos agrícolas para que los irlandeses las usen de ejemplos y la segunda permite a los súbditos ingleses dar uso a las tierras de irlandeses cuyas tierras habían sido confiscadas por actos de rebeldía contra la corona.
Sin embargo, los rebeldes irlandeses se mantuvieron escondidos en los bosques y atacaban a los ingleses en cada oportunidad que podían, por lo que la colonización no fue fácil, también en esta época se construyen murallas para proteger a los territorios colonizados y mantenerlos bajo control.
Cuando en 1534 el rey Enrique VIII se declara cabeza de la Iglesia en Inglaterra y luego rey de Irlanda en 1541, inicia la llegada de miles de colonos protestantes ingleses y escoceses, pronto los protestantes tomaron el poder e instauraron duras leyes contra los ciudadanos católicos.
Irlandeses unidos
Para 1782, a pesar de poseer una mayor independencia de la corona, Londres todavía controlaba gran parte de lo que ocurría en Irlanda. Pero el pueblo irlandés, inspirado en el reciente triunfo de la Revolución Francesa, formaron la organización “Irlandeses Unidos”, cuya meta era que los irlandeses de todas las religiones se unan para reformar y reducir el poder que tenía Gran Bretaña sobre Irlanda.
Este grupo inspiró posteriormente una rebelión armada, en 1798, la cual no logró vencer al enemigo, luego del fracaso de esta rebelión se firma un Acta de Unión que volvía a Irlanda parte del territorio político de Gran Bretaña.
A pesar de los intentos de ayuda de los franceses, la rebelión fracasó y en 1801 se aprobó el Acta de Unión que unía políticamente a Irlanda con Gran Bretaña. En 1829, Daniel O’Connell, conocido como “el gran libertador” logró que el parlamento de Londres aprobara la Ley de Emancipación Católica, que devolvió sus derechos a los ciudadanos irlandeses de esta religión, quienes ahora podrían formar parte del Parlamento en Londres.
O’Connell, una importante figura de la historia de Irlanda, luego buscaría cancelar también el Acta de Unión a Gran Bretaña, pero las condiciones del pueblo irlandés requerían otras prioridades, ya que en esta época dio inicio la peor tragedia de la historia de Irlanda, la gran hambruna.
La gran hambruna
Las papas eran el alimento básico y principal de la población irlandesa, un cultivo que servía de sustento principal de todos los ciudadanos, recordemos que este era un territorio en vías de desarrollo. Lamentablemente, en el año de 1845 una enfermedad llamada tizón, azotó los cultivos de todo el país. Durante los tres años venideros las papas que se cultivaban no eran comestibles y las personas padecían de hambre extrema, además debido al control de Inglaterra sobre Irlanda, las buenas cosechas eran forzosamente exportadas a Gran Bretaña.
Entre 1845 y 1851 dos millones de personas murieron en el país, y la mayoría de sobrevivientes se vieron obligados a emigrar de Irlanda. Desde entonces, la población de Irlanda nunca ha sido la misma. La mayoría de los emigrantes irlandeses se asentó en los Estados Unidos de América, país que tiene una gran población irlandesa en la actualidad.
Autonomía de gobierno
Charles Stewart Parnell, fue uno de los pioneros en hacerle frente al control británico, se convirtió en líder del Partido Autónomo Irlandés a los 31 años, y aunque no logró cumplir con sus sueños de una Irlanda autónoma, sus esfuerzos por conseguirlo inspiraron a que se lo conozca como “el rey sin corona de Irlanda”. Sus ideales y la fuerza de sus convicciones sirvieron de inspiración para las siguientes generaciones.
En el norte de Irlanda, la gente era protestante pero en el resto de Irlanda existía una mayoría católica. A los pueblos del norte de Irlanda les preocupaba perder privilegios con la corona y que el poder sea tomado por los irlandeses católicos del sur, por lo que estaban a favor de que se mantenga la unión con Gran Bretaña. Este movimiento “Unionista” era liderado por Sir Edward Carson, quien amenazó con iniciar una guerra armada para que el territorio de Irlanda del Norte se mantenga como estaba, aunque el resto del territorio busque su independencia.
Todos los esfuerzos por lograr la Autonomía de Irlanda fueron suspendidos cuando dio inicio la Primera Guerra Mundial en 1914. Un grupo de nacionalistas irlandeses pensaron que un camino rápido a la autonomía era brindar su apoyo al ejército británico, inclusive los líderes de algunos partidos irlandeses alentaban a los ciudadanos a unirse a la guerra.
Sin embargo, un grupo menor de irlandeses no confiaba para nada en el gobierno británico; estos rebeldes tomaron armas y desataron uno de los eventos más importantes en la historia de Irlanda: el Levantamiento de Pascua.
El levantamiento de Pascua
Un lunes de Pascua, los Voluntarios Irlandeses, dirigidos por Padraig Pearse y el Ejército de Ciudadanos Irlandeses, dirigido por James Connolly, se tomaron algunos de los lugares clave de Dublín con grupos de rebeldes armados. Luego, afuera de la Oficina General de Correos del centro de la ciudad de Dublín, se leyó la Proclamación de la República, un documento que declaraba una República de Irlanda nueva e independiente de Gran Bretaña.
Las batallas duraron casi seis días, con bajas tanto de soldados como de civiles, finalmente el 30 de abril los rebeldes se rindieron. Aunque muchos irlandeses no estaban de acuerdo con los ideales nacionalistas de los rebeldes, ver las duras ejecuciones a todos los firmantes de esa proclamación republicana, cambió la opinión pública y los pobladores irlandeses empezaron rechazar a la administración británica.
Finalmente, el 21 de enero de 1919, las grandes figuras políticas de la época se dieron cita en Dublín para formar un parlamento de la República de Irlanda y declarar su poder sobre toda la isla. Esto claramente no pasó desapercibido por la corona británica que ordenó un ataque contra el Ejército Republicano Irlandés.
La guerra de independencia
Este es uno de los episodios más importantes en la historia de Irlanda, el Ejército Republicano Irlandés luchó contra las fuerzas británicas en una guerra de guerrillas desde 1919 hasta 1921, año en que las autoridades irlandesas y británicas firmaron un tratado que otorgaba la independencia a Irlanda y dividía su territorio, se implementó la Autonomía pero se separaba la isla en “Irlanda del Norte” e “Irlanda del Sur”. Se dejó atrás la idea de una República Irlandesa y se creó el Estado Libre Irlandés.
De esta manera Irlanda del Norte podía escoger no formar parte del Estado Libre y permanecer dentro de Gran Bretaña, siendo un dominio autónomo de la Commonwealth británica, al igual que Canadá y Australia. El territorio de Irlanda del norte se acogió de inmediato a lo que ofrecía el tratado y en 1922 se ratificó su validez. Los seis condados de Irlanda del Norte siguieron siendo parte de Gran Bretaña, ganando autonomía y los 26 condados restantes formalizaron su independencia como estado libre. Parecía una solución viable al conflicto, pero la opinión pública en el país estaba muy dividida, tanto que lo que siguió a esto fue una terrible Guerra Civil.
La guerra civil
Tal fue la división de opinión en Irlanda que siguió una Guerra Civil, entre fuerzas a favor y en contra del tratado. Entre 1922 y 1923, ambos bandos lucharon hasta que el nuevo gobierno del Estado Libre de Irlanda derrotó a los pocos anti tratados del Ejército Republicano Irlandés que quedaban. Esta nueva Irlanda existió libre mientras en el resto de Europa se daban las primeras dictaduras, en medio de una recesión económica global, esto fue beneficioso al final ya que Irlanda mantuvo su democracia.
Los anti tratado que quedaron fundaron un nuevo partido llamado “Soldados de Irlanda”, el cual en 1932 obtuvo mayoría de votos que se mantuvo varios años en el poder y se redactó una nueva constitución que culmina con el juramento de lealtad a Inglaterra, reafirmaba la aceptación de la religión católica en el país y reclamaba nuevamente los territorios de Irlanda del Norte.
Ya para 1948 Irlanda dejó de ser parte de la Commonwealth y se convirtió en una República independiente.
Irlanda del Norte
Consituirse como república no fue el fin de los problemas de la región, ya que luego de la proclama se creó el Parlamento de Irlanda del Norte, con una mayoría protestante y para fines de la década de los sesenta la discriminación contra los católicas era muy evidente.
En 1968 los grupos católicos empezaron a organizar marchas para exigir sus derechos civiles, estas protestas culminaron en duros enfrentamientos entre policías, nacionalistas y unionistas. Un año después, tropas británicas llegaron a Derry y Belfast para proteger a los grupos católicos que en ese momento eran una minoría y para ayudar a conservar el orden público.
Lamentablemente, estos refuerzos militares acabaron por ser dirigidos por la mayoría protestante, por lo que las fuerzas británicas fueron al final aliados del poder, lo que concluyó en una terrible escalada de violencia paramilitar. Se estima que entre 1969 y 1998 más de tres mil personas fueron asesinadas por grupos paramilitares durante este conflicto, de ambos bandos de la batalla.
Tiempos de paz
En los primeros meses del año 1990, era muy evidente que la lucha armada no llevaría a ningún bando a la victoria. Además la sociedad irlandesa se encontraba en otro momento socialmente, ya no eran comunes los casos de injusticia en la sociedad y la población deseaba un cese a los conflictos.
Una serie de negociaciones con representantes de todos los grupos involucrados, unionistas, nacionalistas, irlandeses y británicos, que además contaron con la mediación de importantes figuras políticas de la época como Geroge Mitchell y Bill Clinton.
Estas conversaciones dieron paso a la firma de un histórico acuerdo, que marcó el final de este periodo de la historia de Irlanda: el Acuerdo de Belfast, en 1998. Este buscaba llevar el poder a la nueva Asamblea de Irlanda del Norte, pero hasta mayo de 2007 no tenían aún definidos todos los puntos clave del tratado.
La República de Irlanda
Con la firma de este acuerdo, Irlanda del Norte finalmente logra disfrutar de una época de estabilidad y paz, inclusive los partidos políticos contrarios que durante décadas lucharon por el poder, finalmente empezaron a trabajar de manera conjunta. En 1973 Irlanda se unió a la Unión Europea.
En la década de los ochenta se vivió una intensa crisis económica en el país, lo que ocasionó una segunda gran migración irlandesa. Como respuesta a la crisis, Irlanda implementa nuevas políticas económicas, que junto con la entrada a la Unión Europea, aportaron para que su economía empiece a crecer de manera próspera convirtiéndose en el final del siglo XX e inicios del siglo XXI en un destino muy popular para emigrar desde otras partes del mundo, dándole la vuelta a su historia migratoria.
Aunque en la actualidad persisten algunos conflictos ideológicos en la región, Irlanda se perfila como un destino renovado, que ha dejado atrás tantos años de influencia extranjera para obtener su propia identidad en el mundo como uno de los mejores países para vivir en el mundo moderno.
Cuando visites Irlanda, te será posible ver de primera mano muchos de los sitios más históricos de Irlanda y dejarte maravillar por todas los eventos que marcaron la identidad de este pintoresco país de Europa.
Lugares de interés histórico, que puedes ver en Irlanda
Castillos medievales, calles antiguas, museos de sitio e imponentes iglesias, son algunos de los atractivos históricos que podrás descubrir en Irlanda. Si quieres saber un poco más acerca de los mejores lugares que visitar para conocer mucho más de la historia de Irlanda, te traemos una pequeña selección de sitios que no puedes perderte.
La Roca de Cashel
Este grupo de edificios medievales se encuentra situado sobre una fuente natural de piedra caliza en Golden Vale. Dentro de este impresionante lugar, es posible apreciar una torre redonda, una capilla románica, una catedral gótica, una abadía, la Sala Coral de los Vicarios y una Casa Torre del siglo XV. Este complejo medieval, fue utilizado originalmente como sede para los reyes de Munster.
Se dice que el propio rey Aenghus de Cashel, recibió en este sitio al mismísimo San Patricio y aceptó ser convertido por él al cristianismo. A partir de 1101, Cashel y sus maravillas fueron donados a la iglesia y rápidamente saltó a la fama como uno de los centros religiosos más poderosos del país.
El Castillo de Kilkenny
El castillo de Kilkenny fue la sede principal de los condes, marqueses y duques de Ormond, esta edificación que fue construida en el siglo XII, era propiedad de la poderosa familia Butler. Este imponente castillo se encuentra ubicado sobre un inmenso y verde parque y cuenta con una decoración de la época victoriana.
La ciudad de Kilkenny se convirtió a través de los años en una ciudad próspera y vibrante que posee un ambiente muy animado todavía se puede sentir hoy, esta ciudad da la bienvenida a miles de visitantes al año que buscan conocer el castillo. En el castillo de Kilkenny es posible apreciar una biblioteca central, un salón y dormitorios decorados con al estilo de 1830. Cuenta además con una excelente colección de pinturas, adquiridas originalmente por los miembros de la familia Butler.
El Centro de visitantes de Brú na Bóinne
Brú na Bóinne , es considerado Patrimonio Mundial de la Humanidad, y se trata del museo arqueológico más importante de Irlanda. Ubicado en las cercanías del río Boyne, en Brú na Bóinne es posible visitar las espectaculares tumbas prehistóricas de Knowth, Newgrange y Dowth, construidas hace miles de años, alrededor del 3200 a.C.
Las estructuras ceremoniales de este lugar, se han catalogado como algunos de los sitios con vestigios del neolítico, más importantes del mundo; en este museo se encuentran la mayor colección de arte megalítico de Europa occidental.
Antes de ingresar, se debe pasar por el Centro de visitantes de Brú na Bóinne para todas las visitas a Newgrange y Knowth, esta experiencia brinda una exposición interactiva que explora la cultura, el paisaje y los monumentos neolíticos del lugar. Para visitar este centro de visitantes no es necesario reservar con anticipación, sin embargo para realizar recorridos hacia lugares de interés arqueológico de la zona es preferible comprar boletos con suficiente anticipación.
La Cárcel de Kilmainham
Esta prisión ubicada en Dublín se inauguró en el año de 1796 y funcionó como tal hasta 1924. periodo en el que fue un elemento clave de la historia de Irlanda. Kilmainham Gaol es una cárcel completamente vacía y desocupada que recibe turistas de todas partes del mundo, esta es una de las cárceles turísticas más grandes de Europa.
Líderes de las grandes rebeliones, detenidos políticos, prisioneros de guerra, entre otros, pasaron por los pabellones de esta cárcel, figuras de la historia de Irlanda como Henry Joy McCracken, Robert Emmet, Anne Devlin y Charles Stewart Parnell sufrieron sentencias en esta prisión, ahora convertida en museo.
El castillo de Dublín
En pleno centro de la ciudad de Dublín podrás encontrar el famoso Castillo de Dublín, que data de la época de las primeras invasiones vikingas a territorio irlandés. Construido en el siglo XIII, esta fortaleza funcionó como prisión, tesorería y tribunales de justicia, más adelante se volvería la sede del gobierno en Irlanda.
El edificio pasó por varias remodelaciones en los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, y es ahora un complejo gubernamental y también un escenario para ceremonias estatales. Dentro del castillo es posible visitar la cripta, la capilla real, el centro patrimonial y un restaurante.
La primera cervecería Guinness
En Dublín puedes conocer sitios únicos como el almacén original de la cerveza Guinness, en donde podrás observar el proceso cervecero en su increíble Gravity Bar de 360º. Otra de las grandes atracciones de Dublín son sus iglesias, particularmente sus dos ancestrales e imponentes catedrales: La Catedral de la Santísima Trinidad, construida hace mil años y La Catedral de San Patricio, que data del año 1220.
Además en Dublín tendrás la oportunidad de observar fragmentos de la historia real del pueblo gaélico y sus tesoros gracias a lugares como la sala Treasury del Trinity College donde se encuentra el Libro de Kells, manuscrito del cristianismo primitivo o el National Museum of Ireland.
El condado de Cork
El condado de Cork también ofrece lugares atractivos, pintorescos y llenos de historia para conocer, como por ejemplo la ciudad de Cobh, desde donde zarpó por última vez el Titanic, o el Castillo de Blarney, en donde puedes seguir la tradicional costumbre de besar la piedra de la elocuencia, que se encuentra en la parte más alta del castillo.
Otros interesantes lugares que ver en Cork incluyen al ícono de la tradición cervecera irlandesa, la cervecería Franciscan Well; el Elizabeth Fort, una imponente estructura construida hace casi 400 años; la cárcel de la ciudad de Cork que se asemeja más a un castillo que a una prisión con arquitectura gótica y la clásica y muchos atractivos más.
Otra importante ciudad histórica con mucho para ver es Limerick, en donde no puedes dejar de ver también, el Castillo del Rey John, un gran edificio de piedra a orillas del río Shannon en donde se libraron guerras para proteger a la ciudad; la Catedral de Santa María, una estructura medieval de piedra que data de 1168 y el Museo Hunt, uno de los museos más completos del mundo, con piezas de la edad de piedra hasta cuadros de arte contemporáneo. Sus visitantes podrán además admirar obras de grandes artistas de los siglos XIX y XX, como Pablo Picasso, Auguste Renoir, Jack B. Yeats, Henry Moore, entre otros.